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Veracruz Mexico

VERACRUZ

VIAJES Y TURISMO

Los sones jarochos, un trepidar de ritmos ibéricos y africanos, incitan al baile y desatan el entusiasmo festivo en Veracruz, ciudad efervescente y jovial, un puerto de raíces variopintas, donde el legado indígena e hispano se nutrió con el acervo cultural de los hombres de otros continentes, llegados en los galeones que surcaban los océanos del planeta.

Veracruz palpita alegría, su gente se bambolea al bailar como las embarcaciones atracadas en su puerto, el de mayor importancia de México. Aquí la fiesta es con música jarocha, marimbas y danzones, acompasadas melodías que se desatan al caer la tarde en la ajetreada plaza de armas.

El regocijo actual contrasta con la incertidumbre de los primeros tiempos, cuando los fundadores de la Villa Rica de la Vera Cruz vivían pendientes de las incursiones de los taimados y temibles corsarios y piratas, que merodeaban el puerto para apoderarse de las riquezas de los galeones ibéricos.

Tiempos de zozobra. México era la Nueva España y Veracruz se proyectaba como el principal puerto mesoamericano, pero aún era una ciudad pequeña, indefensa, casi itinerante, porque sus habitantes tuvieron que migrar hacia Quiahuiztlán, primero, y hacia La Antigua, después; para finalmente retornar al sitio de su fundación en 1519, escogido por Hernán Cortés, al frente de la isla San Juan de Ulúa.

Desde la ciudad portuaria, Cortés iniciará su marcha hacia la gran Tenochtitlán, acción que fuera apoyada por el rey totonaca Chicomacatl, conocido como el “Cacique Gordo”, quien estaba convencido de que los occidentales librarían a su pueblo de los elevados tributos que pagaban a los mexicas.

Al consolidarse el dominio español, la ciudad se posicionaría como la puerta de entrada a la zona mexicana, y se levantaron extensas murallas para proteger a la próspera ciudad e impresionantes fortalezas de aires europeos, como los baluartes de San Juan de Ulúa, en la isla del mismo nombre, y el de Santiago, en la zona sur.

La relevancia histórica de Veracruz -a 405 kilómetros de la Ciudad de México y a 135 de Xalapa, la capital del estado- se consolidaría tres siglos después, cuando en la cercana Córdoba los españoles firmaron el tratado en el que aceptaban la independencia del país.

Posteriormente, los aguerridos joropos se inmolarían en la defensa de la integridad nacional, cuando las tropas estadounidenses (1847 y 1914) y francesas invadieron parte del territorio mexicano. Por la acción decidida de la población, la ciudad recibiría el título de “Cuatro Veces Heroica”.

Hoy los tiempos son más felices. No hay piratas ni soldados extranjeros asolando las costas, solo viajeros llenos de inquietud, deseosos por conocer sus vestigios coloniales, como la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, la inquieta plaza de armas, el palacio municipal y su espigada torre desde la que se controlaba la llegada de los navíos.

Un paseo por el tradicional Malecón es indispensable, porque en cada paso usted irá entendiendo la esencia portuaria de Veracruz. Otro lugar que sorprende es el Acuario, el octavo más visitado del planeta y el de mayor extensión (3,493 metros cuadrados) y equipamiento de Latinoamérica.

Fue inaugurado en 1992 y cobija 3,000 especies marinas y 25 peceras, sorprendiendo la inmensidad de su Gran Pecera Oceánica, de 69 metros de perímetro y 13 paredes de acrílico transparente de 22 centímetros de espesor. Es habitada por temibles tiburones y soporta una presión de 1’250,000 litros de agua salada, proveniente del golfo de México.

En la aventura por tierras veracruzanas no hay que obviar a las playas idílicas de Mocambo y Costa de Oro, ni a las ciudades coloniales de La Antigua, cuyos cansados edificios virreinales inspiran nostalgia, o Córdova, donde siempre encontrará un buen motivo para beber un excelente café.

Tampoco se deben pasar por alto la población de raíces prehispánicas de Papantla, cuna de los famosos voladores de Papantla, una danza tradicional en la que cuatro bailarines hacen piruetas en el aire para rendirle culto al sol; o la apreciada ciudad de Tlacotalpan, hogar de totonacas y olmecas, una zona arqueológica que es Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Si aún le faltan razones para visitar el principal puerto de México, trate de imaginar los sabores de su excelsa gastronomía y el desborde de júbilo de su vertiginoso y festivo carnaval -entre los más visitados del país-. Vamos, anímese a conocer Veracruz, la tierra del jarocho, la marimba y los danzones.

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