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GUADALAJARA

VIAJES Y TURISMO

Mariachis y tequila, armonía entre música vibrante y sabor embriagador. Combinación perfecta y espléndida. Estampa tradicional en una tierra de cantores con sombreros de ala ancha, artesanos que le dan forma al barro e impetuosos charros que prueban su valor y destreza en el rodeo mexicano.

“Ay, ay, ay, ay, canta y no llores… porque cantando se alegran cielito lindo los corazones”, entonan los mariachis y sus melódicas palabras parecen aconsejar o vaticinar a los viajeros lo que será su visita a Guadalajara, la capital del estado de Jalisco… “no te rajes” (al decir de ellos mismos), donde perduran añejas y peculiares costumbres, capaces de alborotar hasta los corazones más fríos.

En su cantar, los mariachis también revelan que Guadalajara esta en un llano, un llano que se ha convertido -y esto ya no lo dicen los músicos sino las estadísticas- en la segunda ciudad de México, una urbe moderna y a la vez conservadora, una metrópoli que le da la bienvenida al progreso sin soslayar el valor de sus tradiciones, forjadas en más de 450 años de historia.

Y es por eso que en las tardes, la Plaza de los Mariachis, cerquita al corazón de la ciudad, se remece con las cuerdas, vientos y voces portentosas de los cantores populares; parecidas a las que se escuchan también en Tlaquepaque, pueblo de la zona metropolitana de Guadalajara, que vibra, baila y festeja con esas melodías que se han convertido en sinónimos de la mexicanidad.

Y es por eso que en Jalisco se fundó, en 1919, la primera asociación formal de Charros, esos hombres a caballos, osados y valientes, que son celosos protectores de su herencia campirana. También es en este estado en el que se produce el tequila, la bebida nacional de México.

Sí, hay muchas razones para cantar en vez de llorar en Guadalajara, metrópoli fundada en 1532 por Nuño Beltrán de Guzmán, quien lleno de nostalgia la bautizó con el mismo nombre de su ciudad natal, allá en España. Mucho tiempo después -el 27 de mayo de 1824, para ser exactos-, se convertiría en la capital de Jalisco.

Cuenta la historia -no los mariachis- que a finales del siglo XVIII e inicios del XIX, Guadalajara crecía a ritmo sostenido. Su industria textil se desarrollaba ha plenitud, mientras que en el ámbito educativo se instituía la universidad (1792) y, en lo referido al desarrollo urbano, se construía, en 1805, el Hospicio Cabañas (hoy convertido en centro cultural) que alberga preciosos murales de José Clemente Orozco.

Las tierras tapatías (gentilicio de los habitantes de la ciudad), no fueron ajenas a los movimientos sociales que cambiaron el rostro de la nación, como la Guerra de la Independencia o la Revolución Mexicana. Tiempos confusos e inciertos, pero también cargados de ilusiones y esperanzas que de una u otra manera contribuyeron en el desarrollo actual de la metrópoli.

Guadalajara -a 546 kilómetros de México y 340 kilómetros de Puerto Vallarta- es un importante centro comercial, con marcada independencia política y judicial. Un lugar moderno, correctamente organizado y con poca contaminación. En su Centro Histórico conserva monumentos arquitectónicos como la Catedral Metropolitana, un símbolo indiscutible de la capital de Jalisco.

Pero los atractivos no se reducen a un templo de proverbial belleza. No, son muchos más y van desde las líneas neoclásicas del Teatro Degollado, la serena amplitud de la Plaza Tapatía y la fascinante arquitectura del Instituto Cultural Cabañas, hasta el colorido inverosímil del Mercado Libertad, el más grande del hemisferio occidental.

Y entre los brindis con tequila y las canciones de los mariachis, el viajero tendrá tiempo para deleitarse con los trabajos de los artesanos de Jalisco, quienes perpetúan las técnicas que aprendieron de sus padres y abuelos.

Verdaderos paraísos de la creatividad, con montañas de cerámicas y “rebaños” de mulas confeccionadas con hojas de maíz, se encuentran en los pueblos de Tlajomulco de Zúñiga, Tlaquepaque y Tonalá, todos en la zona metropolitana de Guadalajara, todos a pocos minutos del Centro Histórico.

Historia y modernidad en la capital de Jalisco. Un bastión de la cultura mexicana en un valle fértil de la Sierra Madre Occidental, que derrocha un clima bondadoso… se acaba la canción. Los mariachis aclaran la voz, toman aire, afinan sus cuerdas en algún rincón de Guadalajara, un rincón en el que podría o debería estar usted.

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